¿Tus hijos te llevan al límite? Retoma el control con… ¡comunicación!

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Los niños salen a la calle de forma escalonada, mientras el resto tenemos que seguir haciendo acopio de paciencia y, sobre todo, intentando cultivar la buena comunicación que también es imprescindible en la relación entre padres e hijos.

¿Es importante una buena comunicación con los niños? 

Obviamente sí, ya que ayuda a los niños a desarrollar la confianza en si mismos, a la vez que mejora sus relaciones con los demás, haciendo la vida más placentera tanto para padres como para hijos. De esta manera, cuando los niños llegan a adultos tendrán una mejor capacidad de comunicarse con los demás.

Es importante la buena comunicación entre padres e hijos porque las relaciones interpersonales son cálidas y conducen a una buena autoestima. En cambio, si existiera una comunicación deficiente, las relaciones con los demás acabarían siendo frustrantes, produciendo conflictos y sentimientos de inutilidad.

Por eso, es necesario que ayudéis a vuestro hijo a comunicar bien porque lo hará mejor cuando sea adulto.

Acepta a tus hijos y ayúdales a ser la mejor versión de sí mismos 

Los niños deben sentir que los padres los aceptan, tal y como son. Así crecen adecuadamente y pueden cambiar y sentirse bien consigo mismos, aumentando la posibilidad de que mejoren las relaciones familiares y con los otros.

Cuando los padres aceptan a sus hijos como son, es más fácil comunicarse con ellos. Los niños están más dispuestos a compartir sus emociones o sus problemas y salen ganando tanto padres como hijos.

Como ejemplo, podemos afirmar que si los padres amenazan a sus hijos con un castigo, de forma reiterada, el niño acabará pensando “no valgo para nada”; si los padres se dirigen a ellos sólo dando órdenes, los hijos podrían pensar “soy malo” o, cuando los padres dan sermones o reprochan, el hijo dice “mis padres no me quieren” o “no hago nada bien”.

Practica la escucha activa en familia

Ante todo, dale oportunidad para que te cuenten más cosas para que te compartan sus sentimientos e ideas. Los niños se sentirán realmente, escuchados y comprendidos, verán que lo que cuentan es importante y que son aceptados y respetados en el seno de la familia.

Para seguir a los niños, en el inicio de la conversación, les podemos decir; “ya veo”, “cuéntame más”,”¿qué te parece si?”

A partir de aquí, hay que estar atento a lo que los niños nos dicen. Para eso, es necesario dejar de hacer lo que estuviéramos haciendo, o bien, escucharles mientras hacemos alguna tarea cotidiana. En realidad, los niños no necesitan mucho tiempo para comunicarnos todas sus emociones, su entusiasmo y sus ganas de hacer cosas y, seguramente, que todos los hemos podido comprobar.

Pero estos día, quizás estamos teletrabajando y los niños entran en la habitación donde estamos como un terremoto para contarnos la última aventura de su superhéroe preferido. La manera correcta no es decirles “no, ahora no” y sacarlos de la habitación. La mayoría de los niños no entenderán por qué en un momento sí y, en otro distinto, no le pueden hablar. Por eso, es más correcto decir “¿veis? Ahora estoy ocupada pero me lo contáis todo más tarde”. Eso sí, después, se debe cumplir después porque los niños tienen muy buena memoria.

Utilizar los “mensajes tú”

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Este tipo de mensajes son aquellos que describen los sentimientos de los niños y que hace que puedan expresar sus problemas o aquellas emociones negativas, lo que ayuda a que estas desaparezcan.

Por el contrario, cuando los niños no pueden expresar sus problemas o sus emociones negativas, acaban somatizando estas últimas y provocándoles cefaleas, dolor abdominal, sentimientos de autodesprecio…

Un ejemplo de este tipo de mensajes sería: tú estas enfadada porque no te han dejado jugar.

Usa los “mensajes yo”

Tipo de mensajes que indican a los niños cómo se sienten sus padres por causa de su conducta. En este caso, es cierto que los niños pequeños, si se portan mal, no saben cómo afectará su comportamiento a su familia por lo cual los “mensajes yo” son mejores que los “mensajes tú”.

Los “mensajes-yo” permiten que el niño cambie su propia conducta; así, por ejemplo, si el padre dice “veo unos garabatos que no me gustan en los deberes”, el niño puede elegir borrarlo o dejarlo como está.

Si estáis enfadados con vuestro hijo, no uséis los “mensajes-yo” para expresarlos porque sólo produciremos que los niños se sientan desconcertados, decepcionados e inseguros.

Es importante usar dichos mensajes para comunicar la emoción que hemos sentido antes del enfado; por ejemplo, tu hijo ha tenido una rabieta en la calle y te hizo pasar un mal rato. No le digas “estoy muy enfadada contigo” porque el niño lo percibe como un mensaje negativo “mamá se ha enfadado conmigo”. Pero si has esperado a llegar a casa, puede no relacionarlo con su rabieta. Puedes decirle, en la calle, “estamos pasando un mal rato” y así el niño entenderá que lo que dice mamá es debido a su comportamiento y será posible que se pongan a caminar con normalidad.

Decirles “haz” en lugar de “no hacer”

A los niños hay que decirles más veces “haz” que “no hagas”. Aunque muchas veces resulta difícil, finalmente, mejorará la relación entre hijos y padres; al fin y al cabo, tus hijos son las personas más importantes de tu vida y hay que usar las mismas normas que con otras personas igual de importantes para vosotros como padres.

Un ejemplo sería: por favor, cierra la puerta despacio. No des un portazo.

Hablar ” con” los niños pero no “a” los niños

Cuando hablamos “con” los niños, la conversación es entre los niños y nosotros, como padres pero cuando hablamos “a” los niños, el flujo de la conversación es sólo de nosotros, los padres, a nuestros hijos.

Los padres que hablan “a” los niños, suelen decir que estos no pueden mantener una conversación como la de un adulto pero esto no es así. Debemos pensar que a los niños no les gusta que se les hable de esta manera, ellos también son personas.

Hablar con tus hijos y luego, hacer una escucha de aquello que tengan que decir, son hábitos que se forman desde muy temprana edad, pero que, cuando llegan a adolescentes, les da grandes beneficios.

Es importante que si tenéis varios hijos, les llaméis por su nombre a cada uno antes de empezar a hablarles, porque así os prestarán más atención y así os ahorráis tiempo, repeticiones y la consiguiente frustración de no sentiros escuchados.

Pida las cosas de una forma sencilla

A los niños les resulta mejor obedecer una sola orden a la vez. En cambio, les resulta complicado recordar un listado de cosas que le acaba de pedir, todas de una sola vez, como por ejemplo; “vete a la cocina, dile a papá que te de el mantel y que le dé a tu hermana los vasos, te vienes y me lo das, que pondremos las mesa”. Esto haría que tu hijo se confundiera y que pidiera a sus padre los vasos mientras que su hermana – a la que suponemos mayor para coger los vasos- le diera el mantel. Por eso, es mejor hacer las peticiones de una en una y así evitarás confusiones.

Las cosas importantes se deben pedir firmemente

Los tonos de voz se deben adecuar al mensaje que queremos dar a los niños, sobre todo, si les pedimos o les explicamos cosas importantes. Es, entonces, cuando se debe hablar de una forma firme y decir a tus hijos el motivo de lo que les pides porque los niños siempre necesitan una razón y así entienden mejor.

Es importante el momento; si tu hijo está jugando con sus hermanos, te va a prestar poca o ninguna atención. Al mismo tiempo, no le gustará nada que le interrumpas con lo cual su atención tampoco será buena.

Sé amable porque, al final, estarás educando a adultos amables. Pide las cosas en un tono de voz bajo, cálido, en que el niño sienta que te importa más él mismo que no lo que le estás pidiendo que haga o deje de hacer.

Los niños son grandes imitadores y la familia es un agente socializante primario, donde van a aprender valores importantes. Si usas más a menudoel “gracias”, “por favor”, “perdona”, le estás dando un buen ejemplo. Los niños aprenden más con el ejemplo que con las palabras.

Cuando se les habla de una forma amable, la familia es más infeliz y cuando se usan palabras bruscas, la dinámica familiar acaba afectada. Evita todas aquellas palabras que puedan hacer sentir a los niños torpes, que los ridiculicen, los avergüencen o no les hagan sentir queridos, por ejemplo, si su hijo pequeño se le ha caído el helado que le acaba de comprar al suelo y le dices “eres un niño torpe y malo”, tu hijo no se sentirá querido por ti y, con el tiempo, dejará de quererse a sí mismo.

Las palabras amables ayudan a que tu hijo se porte mejor, que presté más atención a las cosas. Se debe a que les comunicas amor, respeto y todos vivís en un clima en que, si existe un problema, se puede hablar de una forma abierta hasta conseguir llegar a una solución. En el ejemplo anterior, le podrías decir; “no pasa nada, la próxima vez prestaremos más atención al bordillo. ¿Quieres otro helado?”

Hablarles a nivel de los ojos

El contacto visual mejora la comunicación. Si tienes un niño pequeño, y lo miras desde arriba, te imagina como en sus cuentos, como un gigante. Para minimizar la distancia y el tamaño ayudará el tener contacto visual porque eso mejorará la comunicación.

Deje que los niños le cuenten sus aventuras

En un mundo en que teníamos tanta prisa, muchas veces, no teníamos tiempo para escuchar bien a nuestros hijos. Es necesario tener este tiempo para escucharles, de principio a fin, sin interrumpirles y, para que los elogiemos al final porque esto mejorará su autoestima.

Si los interrumpimos, le decimos que tenemos prisa, que ya nos lo contará o dejamos que nos lo cuente pero lo interrumpimos constantemente y lo criticamos, el niño se sentirá poco querido, que no nos importa y disminuirá su autoestima.

Imagen de Maria Dolors Mas
Sobre Maria Dolors Mas Nº Colegiada 17222 con 15 años de experiencia. Especialista en ansiedad, depresión y toda lo relacionado con salud mental de niños y adolescentes.
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