Psicologia humanista siquiaLa Terapia Gestalt es una disciplina de la Psicología Humanista que tiene por objetivo empujar al individuo a su propio bienestar impulsando la vivencia plena de sí mismo mediante la autorrealización, el crecimiento personal y la satisfacción de su ser.

Esta disciplina – siguiendo los fundamentos humanistas – no se centra única y exclusivamente a tratar pacientes con una patología concreta o evidente, sino que se manifiesta como un motor de impulsión al desarrollo personal. En este sentido, la Terapia Gestalt presenta gran simpatía con el coaching, donde el concepto paciente se sustituye por el de cliente bajo esa misma premisa: “no tratamos enfermos, tratamos personas que, estén mejor o peor, quieren crecer y mejorar su vivencia”, apunta la coach Mar Milán, fundadora del centro Creantium.

Más procesos y menos contenido

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Fritz Perls, padre de la escuela Gestalt

El enfoque gestáltico se centra en el momento presente: qué sucede, qué sentimientos hay al respecto o qué pensamientos derivan de la situación son los ejes de atención. El pasado del individuo, las influencias del entorno y relaciones no se toman como elemento esencial, como si ocurre en otras disciplinas terapéuticas, como es el caso de la Terapia Cognitiva-Conductual.

Percibir, sentir, actuar. La psicoterapia Gestalt usa el método awareness, el ‘darse cuenta’, a fin de hacer que el individuo tome plena conciencia de su aquí y ahora, de su ser. El fin es que el paciente acepte todo su ser para, posteriormente, desarrollar sus mejores habilidades partiendo de esa complicidad consigo mismo. Y el medio para dicho fin es un diálogo que poco se distancia del discurso socrático: el terapeuta acompaña al individuo a que “autodescubra” su propio método de mejora.

El lenguaje, la esencia gestáltica

No somos conscientes de la fuerza de la comunicación, del poder del lenguaje. Pero la Terapia Gestalt sí es consciente de ello. Para lograr el objetivo terapéutico – la “autocuración” del individuo – el proceso de la sesión se fundamenta en el uso de la primera persona, como recurso lingüístico para favorecer que el individuo tome conciencia de todo lo que relata. Decir “siento rabia cuando no me hacen caso” nos lleva a tomar contacto y aceptar nuestra realidad, mientras que no ocurriría lo mismo si formulásemos la misma sentencia de forma impersonal, como tendemos a hacer: “se siente rabia cuando no se te hace caso”.

Otro recurso indispensable de la Terapi Gestalt es prestar gran atención en la comunicación no verbal. En esta línea, Raquel Caballero asegura que es mucho más importante que la comunicación verbal ya que “con la presencia descubres si la persona se está autoengañando, si la persona necesita ir más poco a poco o más rápido o si intenta expresar algo que no se atreve a decir”. Y es que así es: en general, nuestro lenguaje verbal contradice nuestra expresión corporal. Así, el objetivo del terapeuta es “conectar” nuevamente al individuo con su cuerpo: sus palabras con sus pensamientos y sentimientos. Todo para el objetivo ya reiterado: tomar autoconciencia, conocernos y aceptarnos para potenciar lo mejor de nosotros mismos.

Las siete claves según Fritz Perls

Toda ideología, escuela o disciplina tiene un padre (o madre) fundador. En el caso de la Terapia Gestalt, fue el neuropsiquiatra y psicoanalista alemán Fritz Perls quien orientó y concentró las ideas humanistas en lo que se consolidaría como Terapia Gestalt. Según las ideas que concentró en la obra que daría origen a esta terapia, The Beggining of Gestalt Therapy (1940), podríamos resumir la perspectiva gestáltica en siete conceptos:

1) Dar por cerradas las situaciones del pasado que no se han concluido “correctamente” y donde el individuo queda atrapado, bloqueado.

2) Aumentar la autoconciencia y la aceptación de la percepción del propio individuo: sensaciones, sentimientos y pensamientos.

3) Cambiar conductas partiendo de la plena conciencia, del ‘darse cuenta’, de lo que el individuo siente, piensa o hace.

4) Motivar a la persona a que viva, sienta y experimente plenamente su presente. Es la idea del ‘aquí y ahora’ donde, en muchos casos, se recurre a la conexión y conciencia con el propio cuerpo (conciliación entre expresión verbal y no verbal).

5) Centrarse en el cómo del presente y olvidar los por qués del pasado. Anteponer el ‘cómo estoy ahora’ al ‘por qué he llegado a esto’.

6) Guiar a que la persona descubra la función orgánica de sus acciones: qué actos cubren sus necesidades y cuáles tan solo se proyectan para satisfacer a un ideal.

7) Resaltar la interacción evidente entre la introyección y la proyección, es decir, entre lo que uno siente internamente y lo que ejecuta hacia el exterior. El objetivo es establecer coherencia entre lo que se siente, se piensa y se hace.

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