La psicología es la ciencia que analiza la mente (psique) de los individuos. Partiendo de esta premisa cabe tener en cuenta que la psicología, como ocurre en la mayoría de ciencias, se divide en distintas disciplinas cuyo nexo en común es el análisis de los procesos mentales pero cuyas distinciones se plasmas en el enfoque y praxis. Entre las corrientes más reconocida, como el psicoanálisis o el conductismo, también se ubica una disciplina que en la actualidad está retomando fuerza: la psicología humanista.
La psicología humanista, también denominada Tercerca Fuerza, nace como una escuela que dedica su foco de atención en la concepción de que el individuo es responsable tanto de sí mismo como de su devenir en el mundo. Esta disciplina toma a la persona como el centro de sí misma y, en vez de centrar el foco de atención en su contexto e influencias, pretende acentuar el potencial del individuo a través de sus propios aspectos existenciales, como pueden ser la libertad, el conocimiento o la responsabilidad, entre otros.
La denominación Tercera Fuerza que se asocia a la psicología humanista fue acuñada por Abraham Maslow – considerado uno de los teóricos humanistas más relevantes y autor de la famosa pirámide psicológica de las necesidades humanas – con el objetivo de demostrar que esta nueva escuela psicológica proponía integrar las ideas aparentemente opuestas que se contraponían en el momento: el conductismo y el psicoanálisis.
Una ruptura con la tradición psicológica
La psicología humanista, pues, es una corriente psicológica que nace como una contraposición a las dos disciplinas dominantes y totalmente opuestas: el conductismo y el psicoanálisis. Teorías opuestas en tanto que reducen al ser humano en aspectos concretos pero distintos: un producto que resulta de variables cuantificables como sería su conducta en relación al mundo, según el conductismo, o bien un cómputo que deriva de sus patologías y negativismo, es decir, de aquello que le ha perturbado.
Sus orígenes se vinculan a la aparición de un movimiento cultural que arraiga en Estados Unidos en 1960 caracterizado por la contraposición a los estandartes sociales y culturales implícitos hasta el momento. Del mismo modo que todas las crisis de la historia de la humanidad han tenido una repercusión en la concepción de la sociedad, las manifestaciones artísticas o las creencias científicas, en 1960 la psicología también se embarca en un proceso de cambio.
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