En las últimas décadas, con el salto tecnológico de lo que llaman la cuarta revolución industrial, hemos asistido a un cambio radical de lo que entendemos por trabajo. A las tradicionales se han unido nuevas profesiones que han cambiado por completo el panorama laboral, modificando procesos, hábitos y necesidades concretas de formación.
Está claro que cada uno de estos trabajos tiene sus pros y sus contras: desde los trabajos que conllevan esfuerzo físico, a aquellos cuya mayor carga es psicológica, cada uno tiene su incidencia sobre nosotros y sobre nuestro desempeño laboral: el que se tira muchas horas de pie tendrá problemas a medio plazo, mientras que el que está mucho tiempo sentado podrá sufrir problemas cardiovasculares a causa de su sedentarismo.
De hecho algunas grandes empresas ya son conscientes de cómo estos atributos físicos inciden en la eficiencia laboral, y están desarrollando una figura directiva orientada a paliar estos posibles males: es el directivo del bienestar.
Más allá de sus figura, encargada de analizar cómo se pueden mejorar las condiciones físicas del puesto de trabajo de cara a rendir más, hay una serie de factores en el puesto de trabajo que pueden suponer algún tipo de riesgo para el trabajador.
El sedentarismo
Es uno de los grandes dramas de nuestra sociedad: la gente nos movemos poco y terminamos sufriendo problemas cardiovasculares. Pese a que el deporte está en pleno crecimiento, la mayoría de la gente se escuda en el estrés, las cargas familiares o la falta de tiempo para no dedicar un rato al día a desentumecer los músculos.
Solo daremos un dato: según un estudio de la Universidad de Stanford, las personas somos un 70% más creativas cuando tenemos las reuniones de pie. ¿Por qué no comenzar a tenerlas, por ejemplo, dando un paseo?
El estrés y la ansiedad
Las cargas de trabajo nos llevan a sufrir emocionalmente. Un 28% de los trabajadores europeos sufren estrés, con toda la incidencia sobre el rendimiento laboral que tiene.
En su momento dedicamos un profundo artículo al estrés laboral. Cuando se sufre, puede desembocar hasta en estados de profunda tristeza e ira, que a la postre terminan pagando las personas que tenemos más cercanas.
De cara a tratar de superarlo, lo primero que hay que hacer es saber enfrentarse a las emociones. Además, hay que tratar de ser proactivo, anticipándose y haciéndoselo saber a la empresa.
Por otro lado, vinculado al sedentarismo que comentábamos en el anterior punto, el deporte suele ser una vía magnífica de escape ante el estrés: el quemar calorías y liberar adrenalina nos ayuda a hacer el break necesario, de cara a tratar de, durante un rato, apartar los problemas del trabajo.
De todas maneras, siempre está la posibilidad de acudir a un profesional, que nos ayude a gestionar estos episodios de ansiedad. En Siquia contamos con un dilatado equipo de expertos psicólogos online que te ayudarán en el proceso de aprender a gestionar todo este elenco de sensaciones negativas.
La falta de sueño
A la postre todo está interrelacionado: el sedentarismo y el estrés hacen que no descansemos lo suficiente, lo que incide negativamente en nuestro rendimiento.
Además, hay puestos laborales que de por sí no ayudan a facilitar el descanso: los trabajos a turnos, o a horas intempestivas, muy alejados de casa –lo que conlleva más tiempo de traslado-…
La solución en este sentido es clara: tratar de dormir entre siete y ocho horas, aunque suponga quitarnos tiempo de, por ejemplo, actividades lúdicas, e intentar cumplir con los descansos programados en el puesto de trabajo. De igual manera, tratar de llevar a cabo actividades relajantes, como el yoga o los paseos, puede ayudarnos a sentirnos mentalmente mejor.