El conflicto que los adolescentes perciben en su familia contribuye a que puedan ser objeto de victimización en la escuela y el instituto, según un estudio de la Universidad Pablo de Olavide. «Es probable que esta percepción negativa de sí mismos lleve a los adolescentes a mostrar conductas sumisas y, en consecuencia, a ser objetivos vulnerables ante abusos por parte de compañeros», indica el trabajo.
Entre los principales hallazgos de este trabajo destaca la existencia de una relación, tanto directa como indirecta, entre el clima familiar percibido por el adolescente como conflictivo y la victimización escolar. Así, una familia en la que los conflictos son frecuentes parece disminuir los recursos personales de los adolescentes, como la autoestima, y potenciar la presencia de síntomas de depresión.
“Es probable que la percepción negativa de sí mismos lleve a los adolescentes a mostrar conductas sumisas»
“Es probable que esta percepción negativa de sí mismos lleve a los adolescentes a mostrar conductas sumisas y, en consecuencia, a ser objetivos vulnerables ante abusos por parte de compañeros, en la medida que, como sostienen algunos autores, los agresores esperan signos de sufrimiento y de sumisión en sus víctimas”, subraya la directora del estudio. Otro de los resultados apunta a que la expresividad familiar, es decir, la expresión libre de sentimientos entre los miembros de la familia, si bien no está directamente relacionada con la victimización se relaciona con ésta a través de un impacto positivo en la autoestima y en los síntomas ligados a la depresión.
De este modo, los adolescentes que perciben que en sus familias son escuchados y pueden expresar sus sentimientos sin restricciones, se sienten más seguros y valiosos, lo que podría protegerles de las agresiones de sus compañeros. Una expresividad que, señalan los investigadores, es útil cuando existen conflictos en la familia. En este sentido, una buena dinámica a la hora de resolver conflictos puede ayudar a los padres a revisar sus creencias y respetar la opinión de sus hijos, y a los jóvenes que ganan en autoestima y en una menor sintomatología depresiva.
Este trabajo, liderado por Amapola Povedano, ha contado con la participación de Teresa I. Jiménez, de la Universidad de Zaragoza, y de los profesores de la Universidad Pablo de Olavide: David Moreno, Luis Vicente Amador y Gonzalo Musitu, todos investigadores del Grupo Lisis. Y ha contado con financiación del Ministerio de Economía y Competitividad, de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía y de fondos FEDER.