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En el 90% de la población, el hemisferio izquierdo del cerebro se manifiesta como el dominante y dueño del lenguaje. Tan solo un 10% desarrolla más el hemisferio derecho.

En estos momentos, el Día del Libro y la Diada de Sant Jordi ya han quedado atrás un año más. El amor incondicional por la literatura desbordó en medio de un ambiente festivo, brindando un beneficio sin igual a las editoriales del país. No obstante, este amor por la lectura, mientras que para algunos es constante, para otros termina con la misma rapidez que el propio día. Para todos aquellos que, ya sea por falta de tiempo o por falta de hábito, no son fieles a la lectura, ¿sabíais que leer alarga la vida cerebral?

Leer es toda una recompensa para el cerebro a largo plazo. La lectura es una de las actividades cerebrales más complejas para nuestra sesera y, por tanto, del mismo modo que si queremos ganar bíceps no dudaremos en levantar pesas, leer es para nuestro cerebro lo que las pesas para la musculatura. A fin de cuentas, el cerebro es un músculo más que necesita ejercitación y la mejor y más sana recomendación es la escritura y la lectura.

Estos dos ejercicios, exclusivos de la especie humana, ocupan un tercio de toda nuestra actividad cerebral. ¿Para qué desaprovechar una virtud que solo poseemos los seres humanos? Guillermo García-Ribas, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), afirmó a EFE Salud que un cerebro activo, además de mejorar sus funciones, también incrementa la rapidez de la respuesta. Leer implica una obligación al cerebro: pensar, ordenar ideas y conceptos, imaginar y ejercitar la memoria y creatividad. Todo ello permite incrementar nuestra capacidad intelectual a partir de la estimulación de nuestras neuronas.

El efecto de la lectura en niños

El desarrollo de nuestro cerebro, además, depende de nuestros hábitos en la juventud. El doctor García-Ribas apunta que aquello que ocurre durante los primeros años de vida tendrá un impacto en nuestra vejez. Por esta razón, los expertos recomiendan fomentar el hábito de la lectura y la escritura a los niños desde bien pequeños, a fin de que exploten su capacidad de imaginación y desarrollen una actividad cerebral elevada.

Gracias a la lectura focalizamos y aumentamos nuestra capacidad de concentración e imaginación, indispensable para el desarrollo creativo del infante. El hábito se inculca a través de los padres, quienes deben dar ejemplo desde la lectura de cuentos infantiles – no de memoria, sino con libro en mano para fijar la imagen al pequeño. Más allá, el doctor recomienda que la lectura sea imaginativa, ya que en caso contrario puede provocar el aburrimiento del niño y el desinterés por la lectura. Y, recuerde, leer ejercita la imaginación y la memoria de los más pequeños en un momento en el que el cerebro es aún una esponja moldeable.

La lectura como hábito

¿Qué pasa si me aburren los libros? Puede ser que, ya sea por la historia personal o el motivo que sea, leer no sea atractivo. Si no hemos tomado el hábito desde bien jóvenes puede ser bastante arduo tomar la rutina. En este caso, cuando falta concentración y no se “vive” el libro, García-Ribas recomienda tomar cualquier otro elemento de lectura, por ejemplo el periódico. Eso sí, la lectura debe ser consciente y lo más creativa posible, por lo que él mismo recomienda leer artículos de opinión o editoriales, que tienden más a la ficción que las propias noticias informativas.

Lean. Esto o aquello, pero háganlo. Dividamos el tiempo que podemos dedicar a ejercitar nuestro cuerpo a ejercitar nuestra mente ya que, a largo plazo, se agradecerá. La lectura nos ayuda a decodificar símbolos, a conocer nuestra realidad, de modo que al leer una palabra, nuestro cerebro es capaz de evocar su significado, ya sea a través de una imagen mental o incluso de un hecho que nos remita a un recuerdo. Este es el poder de nuestro cerebro. Vale la pena cuidarlo ya que solo tenemos uno.