La música es una herramienta muy potente. De ser una fuente de gran controversia a unir a naciones enteras, es tan antigua como la propia humanidad. Lo que en su día fue una simple melodía para pasar el tiempo mientras se trabajaba se ha convertido ahora en una industria que mueve un billón de dólares.
La psicología de la música

A todo el mundo le gusta la música: estimula el cerebro, influye en el estado de ánimo y transmite un sinfín de emociones, desde felicidad hasta rabia, por lo que siempre encontraremos una música adecuada para el momento. En este artículo intentaremos dar respuesta a las preguntas más frecuentes relacionadas con la psicología y la ciencia de la música.

¿Por qué cuanto más escuchamos una canción, más nos gusta?
A todos nos ha pasado: la primera vez que escuchamos una canción no nos convence y, luego, a medida que la volvemos a escuchar, nos empieza a gustar. Al escuchar la misma canción una y otra vez, el cerebro desarrolla una falsa sensación de familiaridad; de este modo, cuanto más nos familiaricemos con los patrones de la canción, más agradable nos resultará.
Por supuesto, como pasa a menudo con la psicología, todo ello ocurre en nuestro subconsciente. Por ello, hay mucha gente que escucha siempre la misma lista de reproducción: al cerebro le encanta esa sensación de confort, familiaridad y naturalidad. Lo mismo ocurre con canciones que antes odiabas y ahora te gustan. Como no las conocías e incluían patrones a los que tu cerebro no estaba acostumbrado, es normal que no te gustaran.
Un buen ejemplo de un género que aprovecha este confort cognitivo es el reguetón. Sus ritmos suelen ser siempre iguales, lo que crea una sensación de familiaridad en los aficionados a este tipo de música.
¿Por qué nos gustan canciones cuya letra no entendemos?
A menudo, hay canciones que nos encantan y ni siquiera sabemos de qué tratan. Cuando no entendemos una canción porque la letra está en otro idioma, son los sonidos y su combinación (y no las palabras) lo que influye en si nos gusta o no. En esta decisión influyen también otros factores, como la escala.
Todas las canciones pueden dividirse en dos categorías según la escala, que puede ser menor o mayor.
Las canciones en tonalidad menor, como I See Fire de Ed Sheeran, suelen evocar sentimientos tristes, mientras que las canciones en tonalidad mayor, como Time After Time de Cindy Lauper, transmiten nostalgia y felicidad.
Este aspecto desempeña un papel muy importante en las canciones en idiomas extranjeros, ya que nos resulta imposible intentar buscar el significado a la letra. Echa un vistazo a este vídeo de My Heart Will Go On de Céline Dion y observa cómo cambia la canción al transponerla a una escala menor. ¡La diferencia es sorprendente!
Otro motivo por el que nos pueden gustar canciones cuya letra no entendemos es que no nos desvían de nuestro proceso de pensamiento. Cuando escuchamos una canción en español, queramos o no, las palabras entran en nuestro cerebro de forma inconsciente, aunque hayamos puesto la música de fondo.
Cuando no entendemos la letra, tenemos libertad para dar nuestro propio significado al tema. La canción representa lo que necesitamos, y el significado que le otorguemos en función de la melodía y el ambiente nos parecerá real. Ahora bien, esta magia perdurará hasta que leamos la traducción de la letra…
¿Por qué escuchamos muchos años más tarde la música que nos encantó durante la adolescencia?
La nostalgia tiene un gran poder. Hay ciertos elementos, como los olores, las caras, los lugares o la música, que tienen capacidad para traernos recuerdos lejanos. ¿A qué se debe este fenómeno?
Cuando escuchamos una canción que en su día nos encantó, se estimula el centro de placer del cerebro, un poco como ocurre al fumar, al comer azúcar o al jugar a juegos de casino. Fruto de ello, se liberan múltiples neurotransmisores, como la dopamina, la serotonina o la oxitocina.
Siguiendo esta lógica básica, cuanto más nos gustara una canción de jóvenes, mayor será la liberación de neurotransmisores y la sensación de nostalgia. Y este hecho se produce mucho con la música de nuestra adolescencia, grabada a fuego en nuestro subconsciente debido a la etapa de desarrollo que estábamos viviendo.

¿Qué tienen los festivales de música que nos atraen tanto?
Si alguna vez has estado en un festival de música, ya sabrás que la experiencia va mucho más allá de la propia música, sobre todo si es un festival importante. Pero ¿qué tienen los festivales para atraernos tanto? ¿Qué los hace únicos? Como siempre, la respuesta la encontramos en la psicología.
Un festival lleva implícita una sensación de pertenencia a un grupo, lo que da significado a nuestra vida. Un festival crea una experiencia compartida, una sensación de formar parte de «algo grande». Si alguna vez has estado en mitad de una multitud cantando a gritos las canciones de tu grupo preferido junto a miles de desconocidos, seguro que sabes de lo que hablamos.
Al estar en el mismo sitio (y en el mismo momento) que nuestro grupo, sentimos que compartimos la experiencia con ellos. Inconscientemente, pensamos que el grupo siente lo mismo que nosotros, lo cual hace que el momento sea realmente especial. Estar tan cerca de alguien que hasta ahora solo habíamos podido ver a través de una pantalla crea una emoción de proporciones épicas.
Pero eso no es todo. Para algunos, la respuesta a esta pregunta tan habitual podría ser la necesidad de escapar de la rutina, de lo habitual, del aburrimiento… Huir del día a día crea una sensación de libertad única, justo lo que proclama el Festival de Sziget, en Budapest (Hungría).
Desde un punto de vista psicológico, los festivales son también un buen lugar para buscar la inspiración o establecer nuestra propia identidad. De hecho, la expresión de la libertad y la exploración personal han demostrado ser uno de los puntos clave del atractivo generacional de los festivales.
¿Funciona realmente la musicoterapia?
La música ha sido una de las cosas que nos ha ayudado a sobrellevar de la mejor manera posible los confinamientos propiciados por la pandemia de la COVID-19. Según la neurociencia, cuando escuchamos una canción, se activan varias partes del cerebro, como el cuerpo amigdalino, el hipocampo y los lóbulos frontal y temporal. Además, múltiples estudios han demostrado que la música tiene un efecto directo en la estructura y la función cerebral.
Por lo tanto, la musicoterapia es, sin duda, una técnica efectiva para tratar ciertos tipos de traumas, pero siempre como complemento a los medios tradicionales. Por ejemplo, muchos hospitales incluyen programas de musicoterapia en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer, ya que la música aumenta el nivel de esperanza, de fuerza y de motivación, tanto a la hora de hacer ejercicio como en casos de cirugía, enfermedades irreversibles, depresión y demás.
