Todos aquellos que tengáis pequeños en casa o que, como muchos, todavía os emocionáis con las películas de Disney seguro que no habéis dejado pasar la oportunidad de ver Frozen, la última película de la factoría Disney basada en el cuento clásico de Hans Christian Andersen titulado «La Princesa de las Nieves».
Para todos aquellos que no la hayáis visto, os la recomiendo, es una película muy musical, con unas imágenes realmente muy trabajadas y espectaculares en muchos casos, y con una historia detrás que se aleja ligeramente de la típica «princesa-conoce-príncipe-y-se-enamoran». De hecho la moraleja principal detrás de la historia es el amor fraternal entre las dos protagonistas: Anna y Elsa.
No voy a desvelar más sobre el argumento, pero sí es importante, para el artículo que nos ocupa, que tengamos presente a Elsa, la hermana mayor y, por lo tanto, la heredera del trono del país de Arandelle. Elsa tiene el poder de convertir lo que toca en hielo, un poder que no sabe controlar y que le lleva a meterse en algunos problemas. Debido a ello, decide encerrarse en una habitación.
Este encierro, que nos podría parecer inicialmente una rabieta de chiquilla, en realidad está dibujando los síntomas de una depresión que se pueden apreciar claramente a lo largo de la película.
Lloro frecuente o expresiones de infelicidad
Acompañado de sentimientos de tristeza que se pueden percibir en las expresiones faciales perfectamente conseguidas por los ilustradores y animadores.
Estado de ánimo irritable
En diversas ocasiones durante la película Elsa muestra una sorprendente facilidad para irritarse, enfadarse y enfrentarse a todos, sobretodo a su hermana Anna.
Pérdida de interés en actividades cotidianas
A raíz del descontrol que percibe en sus poderes, Elsa pierde el interés en todo aquello que previamente era capaz de disfrutar, como por ejemplo jugar con su hermana.
Sentimientos de culpabilidad
Elsa se siente culpable por todo lo que ha provocado, y cree que es la responsable de toda la infelicidad que sucede a su alrededor. Este sentimiento le hace alejarse de la gente.
Sentimientos de indefensión
Elsa no cree que haya nada ni nadie que la puede ayudar, se siente desprotegida e indefensa, lo que intensifica sus deseos de apartarse de la gente y de alejarse del mundo.
Necesidad de aislamiento
Elsa no deja que nadie se le acerque. Se encierra en su castillo de hielo, donde siente que puede ser ella misma y que no va a hacer daño a nadie.
Ansiedad
La sensación de ansiedad puede estar presente en la depresión. Este es el caso de Elsa, que se siente ansiosa ante la perspectiva de salir de su entorno conocido y enfrentarse al mundo.
Dificultades de concentración
En un estado depresivo es difícil concentrarse en hacer las cosas. Esto es lo que le pasa a Elsa, el estado depresivo es tal que no le deja concentrarse lo suficiente en la gestión de sus poderes.
¿Qué hacer si me siento como Elsa?
Cuando estos sentimientos u otros similares nos acechan y nos damos cuenta de que, en realidad, no estamos viviendo de la manera en la que nos gustaría vivir, lo mejor es consultar con un profesional de la psicología para que nos ayude a salir de estos sentimientos e ir reemplazándolos poco a poco por otros más positivos.
En Siquia encontrarás muchos psicólogos especializados en depresión y trastornos del estado de ánimo. ¿A qué esperas para contactar?
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Artículo basado en el recopilatorio de imágenes encontrado aquí