El término «indefensión aprendida» hace referencia a un estado mental caracterizado por la creencia de que no tenemos control sobre lo que nos ocurre. Las personas que experimentan este fenómeno adoptan una actitud pasiva, pues sienten que no pueden hacer nada por modificar sus circunstancias.
Indefensión aprendida: qué es y cuáles son sus consecuencias


¿Qué es la indefensión aprendida?
Seligman y Oveermaier fueron los primeros investigadores que estudiaron la indefensión aprendida. Quisieron averiguar por qué un animal o una persona no hacía nada ante situaciones que le provocaban tanto dolor.
En un primer momento, las investigaciones se realizaron con perros. Posteriormente Watson y Ramey investigarían este mismo concepto en los seres humanos.
La indefensión aprendida es un concepto que se utiliza en psicología para referirse a las personas que se comportan de forma pasiva atente cualquier tipo de problema. También se le denomina impotencia aprendida.
Se trata de un estado psicológico que se manifiesta cuando una persona comienza a sentir que es incapaz de cambiar un acontecimiento a través de su conducta. Ocurre cuando nuestros actos no tienen el resultado que esperábamos.
Esto crea en la persona una sensación de falta de control sobre sí mismo y sobre su entorno. Considera que cualquier esfuerzo que haga para poder controlar dichas situaciones será inútil. De ahí la actitud pasiva.
A las personas que les ocurre esto les invade la idea de que sus actos no van a servir para nada ni van a modificar ningún tipo de situación. Por eso evitan actuar al respecto.
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Pedir cita¿Por qué surge la indefensión aprendida?
La indefensión aprendida surge cuando una persona se enfrenta constantemente a situaciones en las que sus actos no obtienen el resultado o efecto esperado. Ante esto, la persona se siente incapaz o inútil. Esto termina generando en el sujeto una sensación enorme de impotencia.
Además, la persona comienza a creer que todo lo que les rodea es incontrolable . Por eso, comienza a mostrarse indiferente.
De hecho, aunque la situación se modifique y la persona sí pueda controlar lo que pasa mediante su conducta, no lo hará. Seguirá creyendo que es mejor no hacer nada, que la mejor solución es dejarlo estar.
Incluso cuando hacen algo y el resultado obtenido es el deseado, el individuo piensa que no se ha producido por las acciones que el ha llevado a cabo. En su mente se mantiene el pensamiento de que sus actos no sirven para nada y que si eso se ha cumplido ha sido por suerte o porque el azar ha querido que así sea.
Al tener este sentimiento constante de frustración e inutilidad, se crea un patrón de conducta que siempre es el mismo. Ante las adversidad, estas personas tienden a paralizarse o a huir de la situación. En ocasiones, directamente deciden no afrontarlas.
¿Qué consecuencias tiene la indefensión aprendida?
La indefensión aprendida trae consigo una serie de consecuencias. La autoestima se ve afectada negativamente y la motivación se ve gravemente disminuida. En caso extremos, pueden llegar a aparecer en la persona síntomas depresivos y de ansiedad.
Algunas de las consecuencias de la indefensión aprendida son:
- Paralización ante los problemas que requieren de una respuesta rápida.
- Bloqueo frente a situaciones que le afectan a corto, medio o largo plazo.
- Huída ante los problemas imprevistos.
- Evitación ante las situaciones incómodas.
- Incapacidad. Al sentirse frustrados e inútiles son incapaces de ayudarse a sí mismos. Por eso dejan de molestarse en intentarlo y se vuelven pasivos.
¿Es posible superar la indefensión aprendida? ¿Cómo se hace?
Como su propio nombre indica la indefensión aprendida es un comportamiento que aprendemos. Debemos tener claro que cualquier comportamiento aprendido puede ser modificado. Para conseguir que la persona cambie se debe deshacer de esa indefensión.
Esto se consigue a través del aprendizaje de unos comportamientos alternativos que le ayuden a resolver los conflictos de manera gradual.
Debemos saber que para ayudar a una persona con indefensión aprendida no tenemos que repetirle constantemente lo que debería o no hacer. Los esquemas y patrones mentales que se han generado en la persona con indefensión están fortalecidos. Es decir, de nada va a servir que le digas al sujeto unas meras palabras de ánimo o consejos cobre como llevar la situación. La indefensión esta suficientemente enraizada y tus palabras no le servirán de nada.
La persona que sufre la indefensión no se siente mal porque le apetezca. Su cerebro ha consolidado unos esquemas disfuncionales que le están inhibiendo a la hora de cambiar su propia situación. Por tanto, es esencial desestigmatizar a la persona.
Tenemos que comprender que ha perdido sus capacidades para ver las soluciones a los problemas y que necesita más que cuatro palabras bonitas y de ánimo para que cambie su actitud. Hay que reafirmarle en sus capacidades y su autoestima. Devolverle el control a su vida para que sea capaz de volver a tomar las riendas de todo aquello que considera que no tiene solución.
Debido a ello, lo mejor que puede hacer una persona que sienta que ha perdido el control de su vida, es acudir a un profesional de la salud mental. La terapia puede ser de gran ayuda a la hora de tratar casos de indefensión aprendida.

¿Cómo ayuda la terapia psicológica?
Una de las terapias más utilizadas en estos casos es la terapia cognitivo-conductual. En este tipo de terapia el psicólogo ayudará al paciente a reestructurar sus pensamientos y emociones.
Además, el profesional le enseñará a desarrollar nuevas herramientas que le ayuden en el día a día. El objetivo de la terapia es que cambie sus conductas y aprenda que no es inútil. Es decir, se fortalecerá y trabajará en su autoestima.
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