ManoImaginaos que estamos en un curso de formación a adultos. Unas veinte personas. De repente la formadora les increpa:

Que levante la mano quien crea que es inteligente.

¿Cuántas personas creéis que levantarían la mano? ¿Ninguna? ¿Todas? ¿Pocas?

Pocas. Muy pocas. Esta es una pregunta que suele generar un cierto malestar en los grupos. Cuando se les plantea, normalmente, se miran entre ellos, sonríen, se quejan «pero, es que está mal que lo digamos nosotros», etc. Son muy pocos los que, tímidamente, siempre tímidamente, levantan la mano y miran al frente.

La formadora espera un tiempo prudencial y repite:

-¿Nadie más opina que él mismo es inteligente? ¿De verdad?

Aquí, con un poco de suerte, habrá alguna mano más levantada. Pero seguirán siendo pocas.

Lo curioso es que si a estas personas que no han levantado la mano les preguntásemos si creen que la persona de al lado es inteligente, independientemente de si esta última tuviera la mano levantada o no, dirían que sí. «Por supuesto».

¿Porqué somos capaces de ver la inteligencia en los demás y nos cuesta tanto aceptar y reconocer nuestra propia inteligencia?

Mucha gente responde que, en realidad, ellos no son inteligentes porque no sacaban buenas notas en el colegio. Otros porque, dicen, no se acuerdan de las clases de matemáticas. Otros, porque no recuerdan las fechas importantes y siempre sacaban insuficiente en historia.

Todos ellos se están basando en un concepto de inteligencia que hace tiempo que pasó a la historia, si conocieran la teoría de las inteligencias múltiples su visión cambiaría.

Historia de la inteligencia

Binet
Alfred Binet

A principios de siglo XX, en 1904, Alfred Binet y Theodore Simon elaboraron el primer test de Cociente Intelectual (CI), el test de Binet-Simon, bajo petición del ministro de educación francés que pretendía tener una herramienta que diferenciara a los niños con «retraso mental» de los niños con «inteligencia normal» pero que no se esforzaban en el colegio.

Este test consistía, básicamente, en una serie de pruebas verbales, numéricas y lógicas de creciente dificultad y el resultado de las pruebas ofrecía la edad mental (EM) del evaluado.

El CI se calculaba dividiendo la edad mental que surgía del test entre su edad cronológica y multiplicando este resultado por 100. De esta manera se podía clasificar a las personas en función de su CI sin importar la edad que tuvieran.

El test de Binet-Simon se sigue usando hoy en día conservando aún, algunos de sus componentes iniciales. Afortunadamente la psicología experimental ha podido desarrollar algunas otras herramientas que permiten tomar una medida de la inteligencia mucho más adaptada a la realidad actual.

La teoría de las inteligencias múltiples

Howard_gardner

En 1983 Howard Gardner presentó su libro «Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences». Este libro, que recogía la teoría de las inteligencias múltiples supuso una revolución para el estudio de la inteligencia.

Frente a la rigidez de las teorías anteriores, Gardner presentó un concepto de inteligencia mucho más dinámico e inclusivo.

Cada persona cuenta con siete tipos de inteligencia:

  1. Inteligencia lingüística: facilidad con las palabras, leer o explicar historias son algunos ejemplos de su expresión.
  2. Inteligencia lógico-matemática: la que predominaba en todas las teorías anteriores. Facilidad para resolución de problemas matemáticos, inquietud por los experimentos…
  3. Inteligencia corporal: un ejemplo de personas con esta inteligencia muy desarrollada pueden ser los grandes deportistas, o las personas que se dedican a hacer manualidades.
  4. Inteligencia espacial: facilidad para visualizar un espacio, facilidad para hacer rompecabezas.
  5. Inteligencia musical: son aquellas personas que son capaces de identificar los sonidos con facilidad, o tararear cualquier canción.
  6. Inteligencia interpersonal: también llamada inteligencia social. Son los líderes del grupo, suelen ser buenos comunicadores y muy empáticos.
  7. Inteligencia intrapersonal: es la que más tarde Goleman bautizó como «Inteligencia Emocional».

El modelo educativo y la inteligencia

Desgraciadamente y aunque la teoría de Gardner es, hoy en día, aceptada por la mayoría de psicólogos y pedagogos, el sistema educativo no se ha sabido adaptar todavía al cambio.

En la escuela se sigue premiando a los niños y niñas que son buenos en las matemáticas o en el lenguaje. Los niños que no son buenos en estas materias pero que son buenos en educación física o en música, son considerados un muy posible fracaso escolar.

Hoy en día se sigue favoreciendo, además, que los niños y jóvenes desarrollen su memoria anteponiendo la memorización a la integración de los conceptos.

Visto esto no es de extrañar que, cuando a los adultos se les pregunta por su inteligencia, la mayoría obvien que pueden arreglar un coche, o decorar un pastel, o jugar perfectamente al fútbol, o cantar de maravilla y sólo recuerden que, de pequeños, suspendían las matemáticas o su profesor de historia les reñía por no acordarse de la lista de los reyes Godos.

Por suerte, es un paradigma que está empezando a cambiar y ya son algunas las escuelas que empiezan a incorporar un plan educativo más integrador con las diferentes inteligencias de cada niño.