Si desconoces el término de consentimiento informado, tranquilo. Es lo más común. Aunque no por ser desconocido deja de ser importante. Es uno de los conceptos claves en la asistencia sanitaria y, por tanto, también en psicoterapia.
Consentimiento informado: ¿Qué es y para qué sirve?

El consentimiento informado permite otorgar un servicio médico, respetando la autonomía de las personas a la hora de escoger el tratamiento.

¿Qué es el consentimiento informado?
Es el proceso por el que se informa a una persona acerca de los detalles de una intervención médica de la que debe decidir si quiere formar parte. También se utiliza para compartir información que puede considerarse sensible.
Se trata de una formalidad sistematizada y escrita en documentos que cuentan con validez legal que es de vital importancia en procesos sanitarios y de psicoterapia. En ningún caso se puede realizar una intervención si la persona no acepta.
Cualquier centro sanitario español, incluidos aquellos que ofrecen servicios de asistencia y tratamientos para la salud mental, debe cumplir con la Ley 41/2000, del 14 de noviembre, en la que se explica la libertad del paciente y toda la información y documentación clínica que debe estar presente.
En el terreno de la psicoterapia, este proceso suele ser más largo que en otros procesos sanitarios. Toda la información no puede ser explicada en el inicio de la terapia, sino que tiene que ser dosificada de manera gradual durante las semanas o meses de sesiones psicoterapéuticas. La dosificación de las explicaciones tiene que realizarse poniendo atención al contexto y necesidades del paciente.
Aunque para poner en marcha el proceso de recuperación para materias psicológicas se debe firmar un documento, este papel no tiene que incluir la información al completo de cómo se van a desarrollar las sesiones en la consulta.
¿Qué información contiene?
El profesional debe contar al paciente la siguiente información para que la persona pueda decir de manera libre:
- Características fundamentales de la terapia.
- Objetivos del tratamiento.
- Si existe algún riesgo que el paciente tenga que conocer.
- Informar si existen o no alternativas al proceso recomendado por el especialista.
Orígenes del consentimiento informado
Para encontrar los inicios de lo que sería el consentimiento informado habría que remontarse a la aparición del juramento hipocrático, elaborado hará unos 2.000 años gracias a las aportaciones de Hipócrates de Cos y Galeano de Pérgamo.
En documentos que los historiadores han podido rescatar de la época se explica la importancia de no revelar información sobre cómo transcurrirá la intervención médica. Determinadas explicaciones podrían llevar a problemas para curar a las personas (y para que den su consentimiento a ser tratadas).
La idea general, en aquella época, era que el médico o especialista de turno sabía que era lo mejor para el paciente. El derecho de información de la persona quedaba relegado a un segundo plano.
Estas prácticas son impensables en la actualidad. Es más, son hasta ilegales y tienen serias consecuencias para aquellos profesionales que no informen de la debida manera a sus pacientes, a pesar de que la intervención salga con éxito.
El consentimiento informado con el que se trabaja en la actualidad surge en el siglo pasado, cuando algunas operaciones sanitarias que no tuvieron el éxito esperado fueron trasladados a instancias judiciales para solicitar indemnizaciones.
Este trámite cogió forma como derecho del paciente en los Estados Unidos, extendiéndose a todos los países de habla inglesa y, más tarde, al resto de territorios de Europa y occidente. Hoy en día, es un paso más del proceso sanitario en todo el mundo.
En el terreno de la psicología, como has podido comprobar, existe una excepción en la que se permite no detallar el proceso por completo. Un ejemplo de la utilidad de no desarrollar todo el proceso es en procesos como «terapias de choque», en las que el profesional ve una salida a los miedos del paciente a través de exponerle a su temor. Algo inaceptable en un primer momento para la persona que acuda a solicitar ayuda.
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