No es un secreto que la escritura presenta numerosos beneficios para quien la practica, pues desde hace siglos ha servido no solo para comunicarse, sino para evadirse del mundo real y sumergirse en universos alejados de los problemas de la vida cotidiana. En la década de los 60, un psicoterapeuta estadounidense llamado Ira Progoff se dio cuenta de que los beneficios de la escritura podían incorporarse a la terapia psicológica. Progoff creó el método del diario intensivo y, con ello, abrió la puerta a la escritura terapéutica, una práctica cada vez más común en las consultas de todo el mundo.
Conoce los beneficios de la escritura terapéutica

Tras comprobar que aquellos pacientes que llevaban un diario progresaban más rápidamente y mejor que aquellos que no lo hacía, Progoff decidió incorporar el diario a sus terapias: el psicoterapeuta les decía a sus pacientes que tenían que escribir su diario en un archivador, para así poder separar más fácilmente los diferentes aspectos de la vida a la hora de escribir sobre sus problemas.
Desde entonces, multitud de psicólogos y terapeutas han incorporado la escritura a sus terapias y los beneficios no han hecho más que crecer: ayuda a afrontar los problemas con mente fría, a encontrar soluciones e incluso mejora las relaciones con los demás. Además, elimina los obstáculos emocionales que en ocasiones te impiden expresarte a viva voz y permite una expresión más pura, sin ningún tipo de autocensura.
Si no se te da bien escribir, no te preocupes: la escritura terapéutica no tiene nada que ver con la literatura. No importa en absoluto la forma que tienes de escribir, porque lo fundamental está en el fondo, en aquello que escribes, más que en como lo haces. Cualquiera puede llevar a cabo ejercicios de escritura terapéutica y absolutamente nadie te juzgará si lo que escribes no es perfecto.
Los beneficios de la escritura terapéutica
Ya hemos enumerado algunos de los beneficios que tiene la escritura terapéutica, pero la lista es casi interminable. Su poder es tal que suele utilizarse en la recuperación con aquellos pacientes que sufren trastorno de estrés postraumático y trastornos depresivos.
En primer lugar, escribir puede servirte de desahogo, como método para expresar aquello que no te atreves a contarle a nadie por miedo al qué dirán o simplemente por no querer cargarles con tus problemas. Quizás, si has acudido alguna vez a terapia, te hayas bloqueado al intentar contar a tu psicólogo lo que ocurría. O quizás no eres capaz de pedir ayuda a tu familia porque no sabes cómo expresar tus problemas. En ese caso, escribir te ayudará a expresarte libremente sin que nadie pueda verlo en primera instancia y quizás usar lo que has escrito como guión pueda ayudarte a verbalizarlo más adelante.
Algunos estudios han revelado que aquellas personas que, tras ser despedidas, practicaban la escritura terapéutica, se recuperaban antes del golpe y también encontraban trabajo más rápidamente.
Además, el hecho de anotar tus problemas y tus emociones te permitirá tomar perspectiva al leerlo y actuar con la mente fría. Cuando lees lo que has escrito, podrás ver los obstáculos como si de un espectador se tratara y tomar decisiones para solucionarlos sin verte sometido al ardor de las emociones. Esto te permitirá entrenar tu inteligencia emocional, esa capacidad que te permite ponerle nombre a los sentimientos y aprender a manejarlos en consecuencia.

Una vez aprendas a manejar tus emociones por medio de la escritura, comenzarás a perderle el miedo a los problemas venideros. Y es que la escritura terapéutica no solo te ayuda a solucionar tus problemas presentes, sino que te da herramientas para enfrentarte a los baches del futuro con la cabeza fría. Comprobar que puedes hacer frente a tus problemas sin que te superen reducirá notablemente la ansiedad y te hará sentir mejor contigo mismo.
No solo eso, sino que escribir sobre cómo te sientes te ayudará a ordenar tus pensamientos, lo que te evitará caer en esos molestos bucles de los que es tan difícil salir. Muchas veces nos dejamos dominar por los pensamientos y no sabemos cómo ponerle freno a la imaginación. Sin embargo, escribir te ayudará a afrontar de forma racional los problemas, sin dejar hueco para las trampas de la ansiedad.
Aunque hasta escribir sin orden ni concierto puede ser beneficioso para tu estado de ánimo, a continuación te explicamos algunos ejercicios que puedes llevar a cabo.
¿Cómo practicar la escritura terapéutica?
- Escribe una carta para tus días malos
La clave de este ejercicio es, precisamente, sentarte a escribir en un buen día para que más adelante puedas hacer frente a los días malos. Así, podrás recordar cuando estés falto de ánimos que hay motivos para seguir adelante y que el sol volverá brillar más pronto que tarde.
Haz un hueco en ese día en el que te sientes especialmente feliz, despeja el escritorio y siéntate a escribir una carta dirigida a ti mismo. Escribe todo eso que desearías escuchar en tus peores momentos: enumera tus logros, recuerda momentos bonitos, repasa la lista de personas que te acompañan día a día y que hacen tu vida un poco mejor…
Nadie te conoce mejor que tú mismo, así que escribe eso que sabes que te animarán. Cuando te sientas bajo de ánimos, rescata esa carta y lee las cosas bonitas que te escribiste. Te ayudará a ver los problemas con perspectiva, sabiendo que los buenos días volverán.
- Vacía tus pensamientos
Esta técnica, comúnmente conocida como «escritura automática» es seguramente la más fácil de todas.
No hay más reglas que coger papel y boli y escribir absolutamente todo lo que se te pase por la cabeza, sin pararte a pensar dos veces en si lo que estás escribiendo tiene sentido. Ni siquiera importa si escribes una sucesión de frases sin conexión aparente, lo único que importa es escribir.
Este ejercicio te ayudará a deshacerte de tus preocupaciones, a dejar la mente en blanco y a poner orden entre tus pensamientos: una vez escritos, será más sencillo separar aquello que es importante y desechar absolutamente todo lo demás.
- Escribe un diario, pero apunta solo lo positivo
Este diario no tiene nada que ver con el de Ira Pogroff, porque tendrás que llenarlo de la infinidad de detalles positivos que pueblan tus días.
El objetivo de esta práctica es cambiar el enfoque con el que afrontas tus días, haciéndote ver la cantidad de cosas buenas que pasan a tu alrededor. Al principio te costará, no lo dudes, por eso tienes que poner a trabajar todos tus sentidos.
Escribir el diario te ayudará a prestar atención a lo que ocurre a tu alrededor y, por lo tanto, te permitirá salir del bucle de los pensamientos destructivos. Además, gracias al diario descubrirás infinidad de cosas positivas que te harán afrontar la vida de mejor humor.

- Escríbele una carta a aquello que te ha hecho daño
Seguramente haya episodios que lleves guardados en la mochila desde hace mucho tiempo y, aunque durante la mayor parte del tiempo el peso de la costumbre te ayuda a llevarlos a cuestas, en ocasiones te atacan con sus recuerdos y amenazan con hundirte en la tristeza.
Coge un papel y escríbele una carta a aquella persona que te hizo daño. Hazlo desde la rabia, desde el perdón o desde el dolor, no importa. Lo importante es que le expliques cómo te hizo sentir y por qué.
Hacerlo te ayudará a ver tu dolor con perspectiva y te servirá como un efectivo desahogo. Después, puedes quemar esa carta, romperla o incluso entregársela a esa persona si quieres que entienda el daño causado.
- Escribe sobre tus metas
¿Cuál es tu mayor sueño? ¿Aún luchas por conseguirlo o ya hace tiempo que te rendiste? ¿Crees que es imposible que logres tus metas? Quizás no lo sea.
Escribe detalladamente sobre tus metas: ¿De dónde surgió la inquietud? ¿Cómo te haría sentir lograrlas? ¿Los que te rodean se sentirían orgullosos de ti? ¿Cómo podrías acercarte mediante pequeños objetivos más realistas?
Este ejercicio te ayudará a tomar perspectiva y te dará ánimos para conseguir aquello que tanto quieres lograr, puesto que te será más fácil alcanzarlo si antes has despejado el camino.
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