La hematofobia es el miedo a la sangre y debido a factores evolutivos, algo bastante común entre las personas. Sin embargo, aunque sea adaptativo, la persona que lo sufre puede presentar muchas desventajas y un gran malestar en su vida diaria.
Hematofobia: qué es y cómo superarla


Las personas que sufren hematofobia no son capaces de ver algo de sangre, por lo que el ir al médico a vacunarse o ir al dentista pueden llegar a ser verdaderos retos para ellos, incluso hay quien no lo hace. Por eso mismo es necesario superar este miedo a la sangre.
La hematofobia o lo que es lo mismo, terror a la sangre ajena o propia puede llegar a ser tan fuerte que con solo imaginarla pueden sentir mareos. A parte de no querer ir al médico o al dentista, el hecho de hacerse una pequeña herida por un corte o una caída también es algo que les aterroriza. Según los estudios, más o menos el 40% de la población sufre hematofobia, por lo que como hemos dicho es algo muy habitual.
El porqué del miedo a la sangre no lo sabemos a ciencia cierta. Se baraja la posibilidad de que sea algo vicario, aprendido a base de ver miedo a la sangre en personas que conocemos. También puede ser algo de genética ya que, desde una perspectiva evolucionista, es lógico pensar que, cuando veamos sangre, salgamos de ahí, por miedo a que estemos en peligro.
Las personas que tienen fobia a la sangre se pueden ver muy afectadas en su vida cotidiana, algo que si no cambia acabará por suprimir su libertad. Además, es algo que puede llegar a acarrear graves problemas de salud ante la negativa de ir al médico sabiendo que tiene alguna enfermedad solo por el hecho de no querer ver sangre.
Síntomas de la hematofobia
Como en prácticamente todas las fobias, las personas que tienen miedo a la sangre pueden presentar estos síntomas:
Sin embargo, algo que sí la diferencia de las demás fobias es su forma de respuesta ya que se da de manera bifásica, es decir, ante lo que nos da miedo, en este caso la sangre o situaciones relacionadas, se da una respuesta de dos fases:
1. La primera aparece tras ver el estímulo. En consecuencia, aparece una respuesta de ansiedad: nerviosismo, incremento del ritmo cardíaco, sudores, falta de aire, etc.
2. La segunda significa una baja de las constantes vitales. Nuestra sangre, de forma paradójica, deja de circular, lo que hace que tengamos la sensación de no tener fuerza en nuestras manos. Al ser menor el riego sanguíneo, los desmayos aparecen.
Debido a estos síntomas, los tratamientos para intentar superar el temo a la sangre tratan de evitar que la persona se haga daño de forma accidental ante la fobia.
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Pedir citaLa Técnica de Tensión Aplicada para poner fin al miedo a la sangre
Esta es la famosa técnica para superar la hematofobia. Podemos practicarla en casa y aplicarla cada vez que sintamos pánico a la sangre. De este modo, la respuesta bifásica no se apoderará de nosotros.

Estos consejos están destinados para personas que quieran enfrentarse a la situación, pero sin duda, acudir a un especialista sería lo mejor, sobre todo si los casos ya son muy graves.
1- Siéntate
Cuando veamos el mínimo de sangre empezaremos a marearnos, algo que puede acabar en un desmayo. Si sabemos que vamos a ver sangre, ya sea en una analítica o demás, lo mejor es sentarse de primeras, así evitaremos cualquier golpe en caso de lipotimia.
2- Aprieta fuerte
Debes colocar las manos sobre las piernas y apretar los puños de forma fuerte, como si tuvieras algo en la mano y quisieras que desapareciera. Hazlo entre 10 y 15 segundos.
3- Relaja
Relájate, reduce la tensión, pero sin llegar al estado normal. Esto tiene que durar entre 15 y 20 segundos más o menos.
4- Turno de las piernas
Ahora toca hacer fuerza con las plantas de los pies contra el suelo a la vez que aprietas las rodillas entre sí. Hazlo entre 10 y 15 segundos.
5- Vuelve a relajar
Relaja las piernas y hazlo durante 15 o 20 segundos.
6- Hacer como si fuéramos a levantarnos
En esta parte tensaremos el cuerpo en una posición “como si fuéramos a levantarnos”. Levantaremos las nalgas de la silla y evitaremos ejercer fuera con plantas de los pies y brazos hacia arriba. Esta posición es la que hacemos cuando estamos varias personas en casa y suena el timbre. Hacemos el gesto de levantarnos mientras decimos “Ya voy yo”, pero en realidad no estamos haciendo fuerza para levantarnos.
7- Tercera relajación
Repetimos como los otros dos casos anteriores de relajación.
8- Máxima tensión
Hacemos una contracción de los músculos que hemos usado, pero de todos a la vez.
9- Última fase
Relajamos el cuerpo de forma completa.
Para que esta técnica sea útil tenemos que practicarla con frecuencia. De este modo se automatizará la técnica como respuesta al estímulo fóbico, sin necesidad de poner demasiados recursos para aplicarla.
La exposición

Como en muchas otras fobias, uno de los ejercicios para intentar superar el miedo es el de exposición.
En la hematofobia se utiliza esta técnica y consiste en exponer a la persona ante imágenes o vídeos en las que aparezca sangre y más adelante ante sangre real.
No se debe aplicar de forma brusca, es necesario que se establezca una jerarquía de estímulos fóbicos, de más simples a más complejos. No podemos empezar esta técnica enseñando a la persona un vídeo de una operación a corazón abierto.
El objetivo es que poco a poco, la persona vaya disminuyendo progresivamente su ansiedad y los síntomas como los temblores, mareos, palpitaciones, etc.
Lo mejor es empezar con imágenes pequeñas de heridas o algún corte e incluso dibujos y cuando ya vayamos avanzando se puede acudir al médico a un análisis o a presenciar una cura.
Si tras leer el artículo tienes dudas nuestros psicólogos de Siquia te las resolverán.
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