Tipos de apego: todo lo que necesitas saber sobre cada uno de ellos

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Sentir cariño o afecto hacia ciertas personas es sano y necesario para nuestro bienestar. El amor es una de las cosas que mueve al mundo y por lo que nos rodeamos de un círculo de personas más o menos amplio. Ahora bien, el exceso de afecto puede desarrollar en problemas como una obsesión enfermiza. Esa cadena de cariño que nos ata a otra persona puede ejemplificar lo que es el apego.

El apego es una vinculación intensa y duradera en el tiempo que se desarrolla y consolida entre dos individuos, a través de interacciones y que tienen como fin la búsqueda y el mantenimiento de un contacto en situaciones límite. Esa relación nos aporta seguridad, protección y confianza.

Este sentimiento es positivo y necesario. No obstante, hay diferentes tipos de apego y no todos son igual de beneficiosos.

Desarrollo del apego durante la niñez

En la vida, los lazos más fuertes se establecen durante la niñez. Las personas que te rodean en ese momento, ya sean padres, tíos, abuelos… son las personas hacia las que tendrás más afecto en el futuro.

La dependencia con las personas que nos cuidan en este período es total, debido a que sin sus cuidados no seríamos capaces de sobrevivir. Más que una cuestión emocional, es una cuestión biológica. Las personas estamos preparadas para desarrollar y mostrar cariño con aquellas que nos ayudan y nos ofrecen su amor.

La seguridad y la protección que sentimos con nuestros cuidadores en la infancia serán dos percepciones que nos acompañarán cuando estemos alrededor de esas personas, dando igual el tiempo que transcurra. Aumentará nuestra autonomía, pero el apego nunca desaparecerá.

Tipos de apego según Bowlby

La pregunta que puede estar rondando tu cabeza ahora mismo es que si a pesar de no tener una figura referente durante la niñez, el sentimiento de apego se puede desarrollar. Lógicamente, el vínculo será más fuerte o más débil según los cuidados y protección recibidos durante la infancia. En definitiva, el apego varía en función de si se han satisfecho las necesidades de este período del desarrollo.

Según la teoría del apego de Bowlby, el tipo de apego que se desarrolla depende de estas características:

  • Mantenimiento de la proximidad: cada cuanto tiempo se da esa proximidad y si es duradera en el tiempo.
  • Refugio seguro: tener la completa seguridad que es un apoyo emocional en el que buscar respuestas a los diferentes problemas que te plantea la vida.
  • Base segura: es un buen principio para empezar a entender y a explorar lo qué pasa en tu entorno.
  • Separaros te produce dolor: el alejamiento físico respecto a la persona te entristece.

Cada caso es un mundo y no en todas las familias existen figuras referentes que nos proporcionen todos los beneficios posibles que nos aportaría un desarrollo normal. No quiere decir que el vínculo no se desarrolle, sino que evolucionará de otra manera.

Dependiendo de la forma en la que se hayan cumplido nuestros deseos de afecto y cariño, se pueden diferenciar dos grandes clases de apego:

  • Apego seguro: el vínculo se ha ido cimentando y construyendo de la mejor forma posible, ya que los referentes han estado disponibles para sus necesidades en todos los niveles.
  • Apego inseguro: las ausencias y carencias son la tónica del vínculo. Existirá el sentimiento de apego pero, como dice el nombre, la inseguridad será dueña de la relación entre tú y tu supuesto referente.

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¿Cuáles son las clases de apego?

Dentro del apego inseguro podemos diferenciar tres subcategorías: ambivalente, evitativo y desorganizado.

  • Apego seguro: las necesidades, físicas y emocionales, están absolutamente cubiertas. Los referentes no solo han estado presentes físicamente, sino que su disponibilidad era total.
  • Apego ansioso: este es el tipo de apego que se caracteriza por la ansiedad y la inseguridad en las relaciones. Las personas con apego ansioso pueden sentirse inseguras de si sus cuidadores estarán disponibles para ellos y pueden tener miedo de ser abandonadas.
  • Apego ambivalente: la inseguridad es la principal seña de identidad. Los cuidadores no siempre estaban presentes de manera emocional. La presencia intermitente va a desencadenar una dependencia hacia esa referente: el desconocimiento de saber cuándo esa persona va a volver a estar ahí para ayudarme, tenemos miedo de distanciarnos de esa persona.
  • Apego evitativo: los referentes fueron fríos a nivel emocional. El cariño puede ser enorme pero no lo expresan a de la manera más afectuosa posible y no daban importancia a lo que podían opinar de niños. Lo único positivo de este tipo de clase es que la incertidumbre desaparece. La persona conoce las figuras de referencia no siempre cuentan conmigo.
  • Apego desorganizado: los padres son fuente de abusos y maltrato. Esto hace que los niños desconfíen de ellos. Y, como tampoco pueden ser autosuficientes por sí mismos, experimentan el mismo nerviosismo ante la presencia que ante la ausencia de los progenitores.

¿Cómo se manifiesta cada tipo en la vida adulta?

El vínculo de apego que desarrollamos durante la infancia, se ve reflejado en la personalidad y la manera que establecemos lazos con las personas que vamos conociendo durante las etapas de la adolescencia y adultez.

  • Seguro: existe una facilidad para crear relaciones saludables con diferentes personas. La sencillez para crear entornos donde la intimidad y la cercanía estén presentes es asombrosa. En cuanto a nivel personal, la autoestima se ve beneficiada: la confianza y autonomía son cualidades presentes en este tipo de personalidades.
  • Ambivalente: ese miedo a separarse de la referencia, evolucionará al temor a la soledad. La sensación de quedarse solo les agobia, por lo que basarán su vida en agradar a los demás y darán mucho peso a las opiniones externas.
  • Evitativo: si nuestras figuras referentes no han tenido un compromiso para ayudarnos afectivamente, no seremos capaces de tener ese compromiso con el resto. La independencia es una cualidad que valoran en demasía. Otra de las características del desarrollo del apego evitativo en los adultos son el rechazo para solicitar ayuda, huyendo de hablar de emociones o mostrarlas.
  • Desorganizado: como han sido víctimas de abusos, las heridas emocionales les impiden gestionar sus emociones. Este desconocimiento hará que rechacen las relaciones y que sean muy propensos a las emociones negativas y a los trastornos psicológicos.

Sentir afecto por alguien no es negativo, es sano en todos los sentidos. El problema nace en la forma o manera de expresarlo. Nadie tiene poderes para leer la mente y saber perfectamente que quieres y respetas a la otra persona. Debes demostrarlo con pequeños gestos.

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Imagen de Iván Herrero
Sobre Iván Herrero Iván Herrero es graduado en periodismo por la Universidad de Valladolid. Escribir, contar y vivir son los tres verbos que más podrían definirle. Cree que la salud mental tiene que ser un tema presente en la sociedad, tras años siendo un asunto tabú, y la sociedad estigmatizaba a quien lo expresa abiertamente.

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