La vejez es inevitable, pero no todos las afrontamos de la misma manera. Sobre eso reflexiona el psicólogo Esteban Cañamares. ¿Cómo enfrentarmos ante la vejez y sus limitaciones? He aquí algunas consideraciones.
A) La actitud regresiva, en la que el anciano o anciana adopta una actitud dependiente, de incapacidad exagerada, de búsqueda de ayuda para todo, que nos hace recordar aquello de que ¡los abuelos son como niños! Este tipo de persona de la tercera edad suele preferir las residencias antes que quedar solo, pues se siente incapaz de valerse por sí mismo, incluso aunque objetivamente pudiera hacerlo con un poco de esfuerzo.
B) La actitud «juvenil», que consiste en negar las pérdidas de vigor y fuerza que objetivamente pueda haber, en empeñarse tercamente en ser el mismo de antes, en querer aparentar que nada ha cambiado con los años; en el fondo es una forma de defenderse del dolor que supone verse disminuido en alguna medida. Este tipo de persona suele rehuir las residencias, incluso aunque objetivamente pueda necesitarlas.
C) La actitud equilibrada, en donde se admiten las pérdidas que efectivamente haya y se pide ayuda en la medida en que pueda necesitarse, pero solo en esa medida, de manera que se hace lo posible (pero no lo imposible) por valerse por sí mismo. Este tipo de persona suele dejar la residencia para casos de clara necesidad, pero no tiene inconveniente en utilizarla cuando es la mejor opción.
En general se adaptaran mejor a las residencias aquellas personas muy sociables, de contacto fácil, y acostumbradas a ser dirigidas.
Si te encuentras en esta situación similar o conoces a alguien que atraviese por alguna parecida, buscas a un psicólogo, puedes dejarnos tu consulta en Siquia.
Sobre el autor de este artículo
Esteban Cañamares es psicólogo clínico y sexólogo con Nº colegiado M-09659. No le gusta hacer perder el tiempo ni el dinero a sus pacientes. Por ello, Esteban no adopta formas fijas de trabajo ya que considera que cada individuo necesitará una metodología concreta para ser ayudado. La franqueza, la honestidad y la confidencialidad caracterizan su trabajo como terapeuta.