
Cuando estamos en situaciones así, hay cinco estados que utilizamos para justificar nuestras malas decisiones
Por qué y cómo justificamos nuestras malas decisiones
Yo merezco ser feliz
Este es un argumento muy sencillo y accesible. Sin duda que todos merecemos el derecho a perseguir un estilo de vida feliz y saludable, pero esta declaración suele esconder un trasfondo cortoplacista y que sabotea la felicidad a largo plazo.
Cuando te encuentres exigiendo que merece la felicidad, asegúrate de que no estás persiguiendo, realmente, sentimientos fugaces de felicidad. Mantén tus metas y valores en mente para evitar el cambiar satisfacción a largo plazo por placer momentáneo.
Prefiero pedir perdón que pedir permiso
Cuando estamos a punto de saltarnos las reglas a propósito, o traspasar los límites, es tentador que esta idea ronde nuestra cabeza. Pero si realmente crees que estás haciendo lo mejor ¿por qué esa necesidad de pedir perdón a todos? Esta es una manera pasiva – agresiva para evitar la confrontación.
Antes de continuar, considera cuidadosamente las posibles consecuencias de tu comportamiento, incluyendo la forma en que podría dañar una relación. Si crees en algo lo suficientemente fuerte, sigue adelante con la confianza de que no habrá necesidad de fingir una disculpa posteriormente. Si en cambio no crees que pueda ser así, no lo hagas.
Sólo se vive una vez
Esta frase, esconde una burda justificación para una gratificación inmediata: ¿Debo realmente comer un segundo trozo de pastel? Bah, sólo se vive una vez.
Pero no, no es así: una vida rica y plena requiere de un delicado equilibrio entre riesgo y recompensa a largo plazo. Calcular el riesgo y tomar un tiempo para considerar cómo este tipo de pensamiento tan cortoplacista podría hacer fracasar nuestro largo plazo.
Sólo estoy siendo honesto
A veces, cuando utilizamos palabras rudas, o poco amables, hacia un tercero, la gente afirma que su insensibilidad se debe al deseo de ser veraz. Es cierto que la verdad hace daño a veces, pero no hay necesidad de ningún tipo de utilizar palabras duras. La honestidad no tiene por qué venir a expensar de herir los sentimientos de otra persona.
Antes de lanzarse a las críticas o comentarios negativos, hay que equilibrar con la obligatoriedad de tratar a la otra persona con respeto. Es su derecho. Si deseas enmascarar tu inseguridad poniendo a alguien por debajo, o arremetiendo con furia, tu actitud irrespetuosa hablará más sobre tu carácter que tus reclamos por ganar el terreno moral.
No me importa lo que piensen los demás
De igual manera que no es saludable tratar de complacer a todo el mundo, tampoco es sano ser descuidado por lo que otros piensan. Un total desprecio por los sentimientos de otra persona suele ser indicativo de un trastorno de la personalidad. La verdad es que debemos cuidarnos de respetar a la gente que tenemos alrededor.
¿Y como se hace para evitar estas cinco actitudes?
Pues construyendo la fuerza mental. Las personas mentalmente fuertes buscan explicaciones sin poner excusas. Ellos aceptan la plena responsabilidad de sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. La buena noticia es que todos tenemos la capacidad de ejercitar esta capacidad. Con trabajo duro, podemos mejorar nuestra habilidad para gestionar los pensamientos, regular nuestras emociones y comportarnos de manera productiva a pesar de las circunstancias. Cuanto más fuertes nos hacemos, menos probabilidad de utilizar excusas para justificar nuestras malas decisiones.
Si te has visto reflejado en alguna de estas cinco actitudes, y necesitas ayuda para ganar fuerza mental, desde Siquia te invitamos a que hagas una primera consulta con un psicólogo y veas cómo la psicología puede ayudarte.